Hace poco cumplí cincuenta y nueve, llevo más de tres décadas en crisis y todo a mi alrededor quiere convencerme de que es simplemente parte de la mal llamada "mediana edad", yo prefieto llamarle el último sendero, donde se ponen en una especie de balanza moral, como a manera de ritual pagano un 31 de diciembre colombiano, entre agüeros y alcohol, los sueños y las metas alcanzadas de un lado y las frustraciones y las malas decisiones del otro.